martes, 10 de julio de 2012

Capítulo 36: Hawai, un lugar mágico

"Acabo de cumplir el sueño más grande que he tenido durante toda mi vida, y aún no lo creo" - Nath
Aterrizamos en Hawai hace cinco días aproximadamente, estos días fueron muy tranquilos. Una vez que llegamos a la casa donde nos quedaríamos, les conté mi tonto y absurdo plan a Vivian, Francisco y Susan. Si, mi plan sobre averiguar más cosas sobre mi padre. Aún no tengo ni la menor idea de qué hacer para sacarle más información a mi madre sobre él. Es más, no hablo tanto con ella desde que se casó, ya que me incomoda hablarle cuando está con Frank.

Lo único que tenía conmigo era el diario antiguo de mi madre, lo pude traer, es porque siempre lo tengo conmigo. Siempre lo leo, así para conocer mejor a mi mamá. Sé que no es correcto leer su diario, pero lo dejó a la vista, por algo será.

Pasaban los días, y yo me preocupaba más en leer el diario que a salir a disfrutar de la playa, de Hawai y de todo. El aire libre no es lo mío. Pero luego me di cuenta que debía dejar de lado esta obsesión, porque no es seguro que algún día llegue a conocer a mi papá y mucho menos en un lugar como éste. Entonces dejé el diario y utilice lo que me restaba del día para recorrer el hermoso lugar en donde estábamos.

Durante nuestra estadía, visitamos algunos lugares históricos que poseía Hawai, todo era hermoso y tengo que admitir que hasta parecía mágico. Me encantaba el lugar, lástima que en unos días debíamos volver a casa, ahora me doy cuenta que debía haber aprovechado todos los días al máximo y no lo hice, porque estuve casi todo el tiempo encerrada leyendo un diario con las esperanzas de encontrar alguna respuesta, algo que contenga la mínima información acerca de mi padre.

Esas ganas de conocer a mi padre se habían esfumado mágicamente, ya no tenía esa misma necesidad de querer conocerlo, entonces continué con mi vida, así como si nada.

Todo iba a seguir normal, hasta que un día sucedió algo. Eran aproximadamente las 12 del mediodía, era la hora del almuerzo. Siempre a esa hora, nos dirigíamos a un bufe, donde la mayoría de los turistas iban. Se encontraba en el muelle, bien cerca de la casa donde nos quedábamos y por eso aprovechábamos para ir a almorzar allí. Cada uno se acercaba para servirse la comida que le apetecía, yo siempre iba con Susan, pero justo esta vez no pude porque salí tarde de la casa, entonces llegué tarde al lugar.

Mientras estaba sirviéndome un poco de comida, me distraigo y choco con un señor de unos cuarenta años aproximadamente, robusto, pelo castaño y ojos marrones. El señor, tan caballeroso me pide disculpas, pero fui yo quien había sido despistada; aún así acepté sus disculpas. Me ofreció una cálida sonrisa y yo le devolví el gesto, luego me pregunta si soy extranjera, era más que obvio, le digo que sí; entonces me pregunta de dónde vengo; así empiezo a entablar una conversación con este señor, quién me parecía bastante amable.

En ese momento llega otro señor y al parecer era colega de éste, con quien estaba hablando. Se acerca a nosotros y le pregunta a su amigo "Es tu hija? Son tan parecidos", a lo que el señor le responde con una cara de confundido "No lo soy" y se largan a reír. En eso, llega otro señor que choca con nosotros y dice: Sr. Roldan, qué hace en un lugar con este?... Se saludan, se quedan conversando y en eso yo me alejo de ellos.

Mientras me acerco a la mesa donde se encuentra mi familia, en mi mente empiezan a saltar miles de ideas, pensamientos, preguntas sin respuestas, palabras que había escuchado. A caso había escuchado bien? Primero me dicen que soy parecida a él y luego lo llaman por su nombre, si, tenía el mismo apellido. Ahora sólo necesito saber su nombre para aclarar mis dudas. Será él mi padre?.

Esa pregunta estuve en mi cabeza el resto del día, durante todo el día me preguntaba lo mismo, no iba a poder responderme yo sola, debía averiguarlo. Y nuevamente esa obsesión volvió a mi.

No iba a poder dormir esa noche si no le contaba a mis amigos lo que había pasado esa tarde, es por eso que decidí contarles. Inmediatamente ellos me dieron la razón, me dijeron que puede que sea él pero no debo arriesgarme sólo por creer que es él. Yo no quería escucharlos, yo quería arriesgarme, necesitaba saber si aquel señor con quien había chocado esa tarde era mi padre, necesitaba saberlo.

Tenía un plan, un plan no tan bueno. Me acercaría a él, no sé como, pero debía hablar nuevamente con él; debo conseguir una manera para hablar con él, al menos necesito saber su nombre para aclarar mis dudas.

Por un lado, mis amigos tenían razón, en el mundo pueden existir un millón de personas apellidadas "Roldán" pero no era sólo eso, algo dentro mío me decía que era él, lo podía sentir. Pero primero debo confirmarlo.

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